Citation de Pablo Neruda

lundi 17 juin 2013

JE DEMANDE LE SILENCE

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PABLO NERUDA  PENSIF À ISLA NEGRA AU CHILI 1969.
PHOTO  SARA FACIO IMAGE RECADRÉE PAR ÉRIC ATLAN, 
POUR LE FILM « PABLO NERUDA »  D’AMALIA ESCRIVA 
POUR UN SIÈCLE D'ÉCRIVAINS






         
« PIDO SILENCIO » -Ñ- DE PABLO NERUDA LU PAR LE POÈTE LUI-MÊME, 
CE TITRE EST EXTRAIT DE L' ALBUM « ESTRAVAGARIO » (VAGUEDIVAGUE), 
PROJET DISCOGRAPHIQUE PRODUIT EN 1966, AVEC UNE SÉLECTION 
DE POÈMES DU LIVRE DE NERUDA DU MÊME NOM, ÉDITÉ PAR EMI ODEON 



Qu’on me laisse tranquille à présent
Qu'on s'habitue sans moi à présent

Je vais fermer les yeux. 

Et je ne veux que cinq choses, 
cinq racines préférées 

L'une est l'amour sans fin. 

La seconde est de voir l'automne 
Je ne peux être sans que les feuilles 
volent et reviennent à la terre. 

La troisième est le grave hiver, 
La pluie que j'ai aimée, la caresse 
Du feu dans le froid sylvestre. 

Quatrièmement l’été 
rond comme une pastèque. 

La cinquième chose ce sont tes yeux,
ma Mathilde, bien aimée, 
je ne veux pas dormir sans tes yeux, 
je ne veux pas être sans que tu me regardes : 
je change le printemps 
afin que tu continues à me regarder.

Amis, voilà ce que je veux.
C'est presque rien et presque tout.

A présent si vous le désirez partez.
J'ai tant vécu qu'un jour
vous devrez m'oublier inéluctablement,
vous m'effacerez du tableau :
mon cœur n'a pas de fin.

Mais parce que je demande le silence
ne croyez pas que je vais mourir :
c’est tout le contraire qui m’arrive
il advient que je vais me vivre.

Il advient que je suis et poursuis.

Ne serait-ce donc pas qu'en moi
poussent des céréales,
d'abord les grains qui déchirent
la terre pour voir la lumière,
mais la terre mère est obscure,
et en moi je suis obscur :

je suis comme un puits dans les eaux duquel
la nuit dépose ses étoiles
et poursuit seule à travers la campagne.

Le fait est que j'ai tant vécu
que je veux vivre encore autant.

Je ne me suis jamais senti si vibrant,
je n'ai jamais eu tant de baisers.

A présent, comme toujours, il est tôt.
La lumière vole avec ses abeilles.

Laissez-moi seul avec le jour.
Je demande la permission de naître.




« Je demande le silence »  de Pablo Neruda, dans « Vaguedivague  », page 9,  traduction de Guy Suarès, Poésie/ Gallimard, mai 2013

PABLO NERUDA « VAGUEDIVAGUE »

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COUVERTURE DU LIVRE « VAGUEDIVAGUE » DE  PABLO NERUDA



Vient de paraitre dans la collection poésie/Gallimard Vaguedivague. Il s'agit en effet d'une réédition de Vaguedivague, Gallimard, 1971]. Pablo Neruda publie « Estravagario », présenté en français sous le titre Vaguedivague, en 1958. C’est pour lui une œuvre essentielle. 

Un témoignage. Il y rassemble des souvenirs, réels ou imaginaires, qu’il explore, questionnant inlassablement la vie pour qu’elle se révèle à elle-même. Il suit les transformations qu’elle impose et confirme sa foi dans la poésie, comme une réponse à la quête solitaire qui revient toujours à la matière, à l’union des éléments, au mouvement et espère le chant du silence.

Pablo Neruda, Vaguedivague, traduction de Guy Suarès, Poésie/ Gallimard, mai 2013

jeudi 13 juin 2013

« HACIA LA CIUDAD ESPLÉNDIDA »



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« HACIA LA CIUDAD ESPLÉNDIDA. », DISCOURS  DE PABLO NERUDA 
LU À STOCKHOLM LE 12 DÉCEMBRE 1971. 
 DURÉE : 00:28:36 



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PORTRAIT DE PABLO NERUDA.  
COPYRIGHT ©  THE NOBEL FOUNDATION 1971



Señoras, Señores, Señores académicos, Señores embajadores, amigos :
Mi discurso será una larga travesía, un viaje mío por regiones lejanas y antípodas, no por eso menos semejantes al paisaje y a las soledades del norte. Hablo del extremo sur de mi país. Tanto y tanto nos alejamos los chilenos hasta tocar con nuestros límites el Polo Sur, que nos parecemos a la geografía de Suecia, que roza con su cabeza el norte nevado del planeta.

Por allí, por aquellas extensiones de mi patria adonde me condujeron acontecimientos ya olvidados en sí mismos, hay que atravesar, tuve que atravesar los Andes buscando la frontera de mi país con Argentina. Grandes bosques cubren como un túnel las regiones inaccesibles y como nuestro camino era oculto y vedado, aceptábamos tan sólo los signos más débiles de la orientación. No había huellas, no existían senderos y con mis cuatro compañeros a caballo buscábamos en ondulante cabalgata - eliminando los obstáculos de poderosos árboles, imposibles ríos, roqueríos inmensos,  desoladas nieves, adivinando más bien - el derrotero de mi propia libertad. Los que me acompañaban conocían la orientación, la posibilidad entre los grandes follajes, pero para saberse más seguros, montados en sus caballos, marcaban de un machetazo aquí y allá, las cortezas de los grandes árboles, dejando huellas que los guiarían en el regreso, cuando me dejaran solo con mi destino.

Cada uno avanzaba embargado en aquella soledad sin márgenes, en aquel silencio verde y blanco, los árboles, las grandes enredaderas, el humus depositado por centenares de años, los troncos semi-derribados que de pronto eran una barrera más en nuestra marcha. Todo era a la vez una naturaleza deslumbradora y secreta y a la vez una creciente amenaza de frío, nieve, persecución. Todo se mezclaba: la soledad, el peligro, el silencio y la urgencia de mi misión.

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JOURNAL LA VANGUARDIA D'ESPAGNE SUR LE PRIX NOBEL NERUDA -  OCT 22 - 1971 -- PP 18

A veces seguíamos una huella delgadísima, dejada quizás por contrabandistas o delincuentes comunes fugitivos, e ignorábamos si muchos de ellos habían perecido, sorprendidos de repente por las glaciales manos del invierno, por las tremendas tormentas de nieve que, cuando en los Andes se descargan, envuelven al viajero, lo hunden bajo siete pisos de blancura.

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PABLO NERUDA ET SON PRIX NOBEL DE LITTERATURE 1971 

A cada lado de la huella contemplé, en aquella salvaje desolación, algo como una construcción humana. Eran trozos de ramas acumulados que habían soportado muchos inviernos, vegetal ofrenda de centenares de viajeros, altos túmulos de madera para recordar a los caídos, para hacer pensar en los que no pudieron seguir y quedaron allí para siempre debajo de las nieves. También mis compañeros cortaron con sus machetes las ramas que nos tocaban las cabezas y que descendían sobre nosotros desde la altura de las  coníferas inmensas, desde los robles cuyo último follaje palpitaba antes de las tempestades del invierno. Y también yo fui dejando en cada túmulo un recuerdo, una tarjeta de madera, una rama cortada del bosque para adornar las tumbas de uno y otro de los viajeros desconocidos.

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PABLO NERUDA RECOIT LE PRIX NOBEL DE LITTERATURE 1971 

Teníamos que cruzar un río. Esas pequeñas vertientes nacidas en las cumbres de los Andes se precipitan, descargan su fuerza vertiginosa y atropelladora, se tornan en cascadas, rompen tierras y rocas con la energía y la velocidad que trajeron de las alturas insignes: pero esa vez encontramos un remanso, un gran espejo de agua, un vado. Los caballos entraron, perdieron pie y nadaron hacia la otra ribera. Pronto mi caballo fue sobrepasado casi totalmente por las aguas, yo comencé a mecerme sin sostén, mis pies se afanaban al garete mientras la bestia pugnaba por mantener la cabeza al aire libre. Así cruzamos. Y apenas llegados a la otra orilla, los baqueanos, los campesinos que me acompañaban me preguntaron con cierta sonrisa :

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PABLO NERUDA RECOIT LE PRIX NOBEL DE LITTERATURE 1971 A STOCKHOLM

- Tuvo mucho miedo?

- Mucho. Creí que había llegado mi última hora - dije.

- Ibamos detrás de usted con el lazo en la mano - me respondieron.

- Ahí mismo - agregó uno de ellos - cayó mi padre y lo arrastró la corriente. No iba a pasar lo mismo con usted.

Seguimos hasta entrar en un túnel natural que tal vez abrió en las rocas imponentes un caudaloso río perdido, o un estremecimiento del planeta que dispuso en las alturas aquella obra, aquel canal rupestre de piedra socavada, de granito, en el cual penetramos. A los pocos pasos las cabalgaduras resbalaban, trataban de afincarse en los desniveles de piedra, se doblegaban sus patas, estallaban chispas en las herraduras; más de una vez me vi arrojado del caballo y tendido sobre las rocas. Mi cabalgadura sangraba de narices y patas, pero proseguimos empecinados el vasto, el espléndido, el difícil camino

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PABLO NERUDA RECOIT LE PRIX NOBEL DE LITTERATURE 1971 DES MAINS DU ROI DE SUEDE

Algo nos esperaba en medio de aquella selva salvaje. Súbitamente, como una singular visión, llegamos a una pequeña y esmerada pradera acurrucada en el regazo de las montañas: agua clara, prado verde, flores silvestres, rumor de ríos y el cielo azul arriba, generosa luz ininterrumpida por ningún follaje

Allí nos detuvimos como dentro de un círculo mágico, como huéspedes de un recinto sagrado: y mayor condición de sagrada tuvo aún la ceremonia en la que participé. Los vaqueros bajaron de sus cabalgaduras. En el centro del recinto estaba colocada, como en un rito, una calavera de buey. Mis compañeros se acercaron silenciosamente, uno por uno, para dejar unas monedas y algunos alimentos en los agujeros de hueso. Me uní a ellos en aquella ofrenda destinada a toscos ulises extraviados, a fugitivos de todas las raleas que encontrarían pan y auxilio en las órbitas del toro muerto.
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PABLO NERUDA RECOIT LE PRIX NOBEL
 DE LITTERATURE 1971 EN PRESENCE DE LA
FAMILLE ROYALE SUEDOISE

Pero no se detuvo en este punto la inolvidable ceremonia. Mis rústicos amigos se despojaron de sus sombreros e iniciaron una extraña danza, saltando sobre un solo pie alrededor de la calavera abandonada, repasando la huella circular dejada por tantos bailes de otros que por allí cruzaron antes. Comprendí entonces de una manera imprecisa, al lado de mis impenetrables compañeros, que existía una comunicación de desconocido a desconocido, que había una solicitud, una petición y una respuesta aún en las más lejanas y apartadas soledades de este mundo.

Más lejos, ya a punto de cruzar las fronteras que me alejarían por muchos años de mi patria, llegamos de noche a las últimas gargantas de las montañas. Vimos de pronto una luz encendida que era indicio cierto de habitación humana y, al acercarnos, hallamos unas desvencijadas construcciones, unos destartalados galpones al parecer vacíos. Entramos a uno de ellos y vimos, al claror de la lumbre, grandes troncos encendidos en el centro de la habitación, cuerpos de árboles gigantes que allí ardían de día y de noche y que dejaban escapar por las hendiduras del techo un humo que vagaba en medio de las tinieblas como un profundo velo azul. Vimos montones de quesos acumulados por quienes los cuajaron en aquellas alturas. Cerca del fuego, agrupados como sacos, yacían algunos hombres. Distinguimos en el silencio las cuerdas de una guitarra y las palabras de una canción que, naciendo de las brasas y de la oscuridad, nos traía la primera voz humana que habíamos topado en el camino. Era una canción de amor y de distancia, un lamento de amor y de nostalgia dirigido hacia la primavera lejana, hacia las ciudades de donde veníamos, hacia la infinita extensión de la vida. Ellos ignoraban quienes éramos, ellos nada sabían del fugitivo, ellos no conocían mi poesía ni mi nombre. O lo conocían? El hecho real fue que junto a aquel fuego cantamos y comimos, y luego caminamos dentro de la oscuridad hacia unos cuartos elementales. A través de ellos pasaba una corriente termal, agua volcánica donde nos sumergimos, calor que se desprendía de las cordilleras y nos acogió en su seno.

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PABLO NERUDA AVEC LES LAUREATS DU PRIX NOBEL 12 DECEMBRE 1971 A STOCKHOLM PHOTO BETTMANN-CORBIS

Chapoteamos gozosos, lavándonos, limpiándonos el peso de la inmensa cabalgata. Nos sentimos frescos, renacidos, bautizados, cuando al amanecer emprendimos los últimos kilómetros de jornada que me separarían de aquel eclipse de mi patria. Nos alejamos cantando sobre nuestras cabalgaduras, plenos de un aire nuevo, de un aliento que nos empujaba hacia el gran camino del mundo que me estaba esperando. Cuando quisimos dar (lo recuerdo vivamente) a los montañeses algunas monedas de recompensa por las canciones, por los alimentos, por las aguas termales, por el techo y los lechos, vale decir, por el inesperado amparo que nos salió al encuentro, ellos rechazaron nuestro ofrecimiento sin un ademán. Nos habían servido y nada más. Y en ese « nada más », en ese silencioso nada más había muchas cosas subentendidas, tal vez el reconocimiento, tal vez los mismos sueños.



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DIPLÔME DU PRIX NOBEL DÉCERNÉ À PABLO NERUDA. COPYRIGHT © THE NOBEL FOUNDATION 1971. ARTIST: GUNNAR BRUSEWITZ. CALLIGRAPHER: KERSTIN ANCKERS

Señoras y Señores:

Yo no aprendí en los libros ninguna receta para la composición de un poema: y no dejaré impreso a mi vez ni siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mí alguna gota de supuesta sabiduría. Si he narrado en este discurso ciertos sucesos del pasado, si he revivido un nunca olvidado relato en esta ocasión y en este sitio tan diferentes a lo acontecido, es porque en el curso de mi vida he encontrado siempre en alguna parte la aseveración necesaria, la fórmula que me aguardaba, no para endurecerse en mis palabras sino para explicarme a mí mismo.

En aquella larga jornada encontré las dosis necesarias a la formación del poema. Allí me fueron dadas las aportaciones de la tierra y del alma. Y pienso que la poesía es una acción pasajera o solemne en que entran por parejas medidas la soledad y la solidaridad, el sentimiento y la acción, la intimidad de uno mismo, la intimidad del hombre y la secreta revelación de la naturaleza. Y pienso con no menor fe que todo está sostenido - el hombre y su sombra, el hombre y su actitud, el hombre y su poesía - en una comunidad cada vez más extensa, en un ejercicio que integrará para siempre en nosotros la realidad y los sueños, porque de tal manera la poesía los une y los confunde. Y digo de igual modo que no sé, después de tantos años, si aquellas lecciones que recibí al cruzar un río vertiginoso, al bailar alrededor del cráneo de una vaca, al bañar mi piel en el agua purificadora de las más altas regiones, digo que no sé si aquello salía de mí mismo para comunicarse después con muchos otros seres, o era el mensaje que los demás hombres me enviaban como exigencia o emplazamiento. No sé si aquello lo viví o lo escribí, no sé si fueron verdad o poesía, transición o eternidad, los versos que experimenté en aquel momento, las experiencias que canté más tarde.


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AFFICHE D'HOMMAGE DU PCCH AU NOBEL CHILIEN 1971
De todo ello, amigos, surge una enseñanza que el poeta debe aprender de los demás hombres. No hay soledad inexpugnable. Todos los caminos llevan al mismo punto: a la comunicación de lo que somos. Y es preciso atravesar la soledad y la aspereza, la incomunicación y el silencio para llegar al recinto mágico en que podemos danzar torpemente o cantar con melancolía: mas en esa danza o en esa canción están consumados los más antiguos ritos de la conciencia: de la conciencia de ser hombres y creer en un destino común.

En verdad, si bien alguna o mucha gente me consideró un sectario, sin posible participación en la mesa común de la amistad y de la responsabilidad, no quiero justificarme, no creo que las acusaciones ni las justificaciones tengan cabida entre los deberes del poeta. Después de todo, ningún poeta administró la poesía, y si alguno de ellos se detuvo en acusar a sus semejantes, o si otro pensó que podía gastarse la vida defendiéndose de recriminaciones razonables o absurdas, mi convicción es que sólo la vanidad es capaz de desviarnos hasta tales extremos. Digo que los enemigos de la poesía no están entre quienes la profesan o resguardan, sino en la falta de concordancia del poeta. De ahí que ningún poeta tenga más enemigo esencial que su propia incapacidad para entenderse con los más ignorados y explotados de sus contemporáneos: y esto rige para todas las épocas y para todas las tierras.

El poeta no es un « pequeño dios ». 

No, no es un « pequeño dios ». No está signado por un destino cabalístico superior al de quienes ejercen otros menesteres y oficios. A menudo expresé que el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree dios. El cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el pan de cada día, como una obligación comunitaria. Y si el poeta llega a alcanzar esa sencilla conciencia, podrá también la sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesanía, de una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad, la transformación de las condiciones que rodean al hombre, la entrega de su mercadería: pan, verdad, vino, sueños. Si el poeta se incorpora a esa nunca gastada lucha por consignar cada uno en manos de los otros su ración de compromiso, su dedicación y su ternura al trabajo común de cada día y de todos los hombres, el poeta tomará parte, los poetas tomaremos parte en el sudor, en el pan, en el vino, en el sueño de la humanidad entera. Sólo por ese camino inalienable de ser hombres comunes llegaremos a restituirle a la poesía el anchuroso espacio que le van recortando en cada época, que le vamos recortando en cada época nosotros mismos.

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DISCOURS DE STOCKHOLM.  IMPRIMERIE 
ALBERT TALLONE, 52 PAGES 1972
Los errores que me llevaron a una relativa verdad, y las verdades que repetidas veces me recondujeron al error, unos y otras no me permitieron - ni yo lo pretendí nunca - orientar, dirigir, enseñar lo que se llama el proceso creador, los vericuetos de la literatura. Pero sí me di cuenta de una cosa: de que nosotros mismos vamos creando los fantasmas de nuestra propia mitificación. De la argamasa de lo que hacemos, o queremos hacer, surgen más tarde los impedimentos de nuestro propio y futuro desarrollo. Nos vemos indefectiblemente conducidos a la realidad y al realismo, es decir, a tomar una conciencia directa de lo que nos rodea y de los caminos de la transformación, y luego comprendemos, cuando parece tarde, que hemos construido una limitación tan exagerada que matamos lo vivo en vez de conducir la vida a desenvolverse y florecer. Nos imponemos un realismo que posteriormente nos resulta más pesado que el ladrillo de las construcciones, sin que por ello hayamos erigido el edificio que contemplábamos como parte integral de nuestro deber. Y en sentido contrario, si alcanzamos a crear el fetiche de lo incomprensible (o de lo comprensible para unos pocos), el fetiche de lo selecto y de lo secreto, si suprimimos la realidad y sus degeneraciones realistas, nos veremos de pronto rodeados de un terreno imposible, de un tembladeral de hojas, de barro, de nubes, en que se hunden nuestros pies y nos ahoga una incomunicación opresiva.

En cuanto a nosotros en particular, escritores de la vasta extensión americana, escuchamos sin tregua el llamado de llenar ese espacio enorme con seres de carne y hueso. Somos conscientes de nuestra obligación de pobladores y - al mismo tiempo que nos resulta esencial el deber de una comunicación crítica en un mundo deshabitado y, no por deshabitado menos lleno de injusticias, castigos y dolores - sentimos también el compromiso de recobrar los antiguos sueños que duermen en las estatuas de piedra, en los antiguos monumentos destruidos, en los anchos silencios de pampas planetarias, de selvas espesas, de ríos que cantan como truenos. Necesitamos colmar de palabras los confines de un continente mudo y nos embriaga esta tarea de fabular y de nombrar. Tal vez ésa sea la razón determinante de mi humilde caso individual: y en esa circumstancia mis excesos, o mi abundancia, o mi retórica, no vendrían a ser sino actos los más simples del menester americano de cada día. Cada uno de mis versos quiso instalarse como un objeto palpable: cada uno de mis poemas pretendió ser un instrumento útil de trabajo: cada uno de mis cantos aspiró a servir en el espacio como signo de reunión donde se cruzaron los caminos, o corno fragmento de piedra o de madera en que alguien, otros, los que vendrán, pudieran depositar los nuevos signos.

Extendiendo estos deberes del poeta, en la verdad o en el error, hasta sus últimas consecuencias, decidí que mi actitud dentro de la sociedad y ante la vida debía ser también humildemente partidaria. Lo decidí viendo gloriosos fracasos, solitarias victorias, derrotas deslumbrantes. Comprendí, metido en el escenario de las luchas de América, que mi misión humana no era otra sino agregarme a la extensa fuerza del pueblo organizado, agregarme con sangre y alma, con pasión y esperanza, porque sólo de esa henchida torrentera pueden nacer los cambios necesarios a los escritores y a los pueblos. Y aunque mi posición levantara y levante objeciones amargas o amables, lo cierto es que no hallo otro camino para el escritor de nuestros anchos y crueles países, si queremos que florezca la oscuridad, si pretendemos que los millones de hombres que aún no han aprendido a leernos ni a leer, que todavía no saben escribir ni escribirnos, se establezcan en el terreno de la dignidad sin la cual no es posible ser hombres integrales.

Heredamos la vida lacerada de los pueblos que arrastran un castigo de siglos, pueblos los más edénicos, los más puros, los que construyeron con piedras y metales torres milagrosas, alhajas de fulgor deslumbrante: pueblos que de pronto fueron arrasados y enmudecidos por las épocas terribles del colonialismo que aún existe.

Nuestras estrellas primordiales son la lucha y la esperanza. Pero no hay lucha ni esperanzas solitarias. En todo hombre se juntan las épocas remotas, la inercia, los errores, las pasiones, las urgencias de nuestro tiempo, la velocidad de la historia. Pero, qué sería de mí si yo, por ejemplo, hubiera contribuido en cualquier forma al pasado feudal del gran continente americano? Cómo podría yo levantar la frente, iluminada por el honor que Suecia me ha otorgado, si no me sintiera orgulloso de haber tomado una mínima parte en la transformación actual de mi país? Hay que mirar al mapa de América, enfrentarse a la grandiosa diversidad, a la generosidad cósmica del espacio que nos rodea, para entender que muchos escritores se nieguen a compartir el pasado de oprobio y de saqueo que oscuros dioses destinaron a los pueblos americanos.

Yo escogí el difícil camino de una responsabilidad compartida y, antes que reiterar la adoración hacia el individuo como sol central del sistema, preferí entregar con humildad mi servicio a un considerable ejército que a trechos puede equivocarse, pero que camina sin descanso y avanza, cada día enfrentándose tanto a los anacrónicos recalcitrantes como a los infatuados impacientes. Porque creo que mis deberes de poeta no sólo me indicaban la fraternidad con la rosa y la simetría, con el exaltado amor y con la nostalgia infinita, sino también con las ásperas tareas humanas que incorporé a mi poesía.

Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: « À l'aurore, armés d'une ardente patience, nous entrerons aux splendides villes ». « Al amanecer, armados de una ardiente paciencia, entraremos a las espléndidas ciudades ».

PRESSE CHILIENNE OCT 1971 PRIX NOBEL

Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el Vidente. Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso tal vez he llegado hasta aquí con mi poesía, y también con mi bandera.

En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.

Así la poesía no habrá cantado en vano.

mercredi 12 juin 2013

« HACIA LA CIUDAD ESPLÉNDIDA. », DISCOURS DE PABLO NERUDA



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« HACIA LA CIUDAD ESPLÉNDIDA. », DISCOURS  DE PABLO NERUDA LU À STOCKHOLM LE 12 DÉCEMBRE 1971. 
 DURÉE : 00:28:36 




DISCURSO DE ESTOCOLMO BANQUETE

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PABLO NERUDA AVEC LES LAUREATS DU PRIX NOBEL 10 DECEMBRE 1971 A STOCKHOLM CINQ DES LAUREATS DU PRIX NOBEL 1971 : DENIS GABOR, PABLO NERUDA, DR. GERHARD HERZBERG, DR. SIMON KUZNETS, ET DR. EARL SUTHERLAND, APRÈS LA CÉRÉMONIE DE REMISE DES PRIX À STOCKHOLM. PHOTO BETTMANN-CORBIS
LE 10 DÉCEMBRE EST LA JOURNÉE NOBEL. POUR LES LAURÉATS, C’EST LE POINT CULMINANT D’UNE SEMAINE DE DISCOURS, DE CONFÉRENCES ET DE RÉCEPTIONS. CE JOUR-LÀ, LORS DE LA CÉRÉMONIE DE REMISE DES PRIX À STOCKHOLM, LES NOUVEAUX LAURÉATS NOBEL EN PHYSIQUE, CHIMIE, PHYSIOLOGIE/MÉDECINE ET LITTÉRATURE REÇOIVENT DE LA MAIN DU ROI DE SUÈDE UNE MÉDAILLE, UN DIPLÔME ET UN CHÈQUE. LA CÉRÉMONIE EST SUIVIE D’UN BANQUET.
Altezas, Señoras y Señores,

Venimos de muy lejos, de fuera o de dentro de nosotros mismos, de idiomas contrapuestos, de países que se aman. Aquí nos encontramos, en Estocolmo, en esta noche central del mundo. Hemos llegado de la química, de los microscopios, de la cibernética, del álgebra, de los barómetros, de la poesía, para reunirnos. Venimos de la oscuridad de nuestros laboratorios a enfrentarnos con una luz que nos honra y que, por el momento, nos enceguece. Para nosotros, laureados, se trata de una alegría y de una agonía.

Pero antes de agradecer y antes de respirar tengo que reconcentrarme, perdón, irme lejos de aquí, perdón, volver a mi tierra, perderme una vez más en la noche y en el amanecer de mi patria.

Vuelvo a calles de mi infancia, al invierno del sur de América, a los jardines de lilas de la Araucanía, a la primera María que tuve en mis brazos, al barro de las calles que no conocían el pavimento, a los indios enlutados que nos dejó la Conquista, a un país, a un continente oscuro que buscaba la claridad. Y si este resplandor se prolonga desde esta sala de fiesta y llega a través de tierra y mar a iluminar mi pasado, está iluminando también el futuro de nuestros pueblos americanos que defienden su derecho a la dignidad, a la libertad y a la vida.

Yo soy un representante de aquel tiempo, y de las actuales luchas que pueblan mi poesía. Perdón por haber extendido mi reconocimiento hacia todos los míos, hacia los olvidados de la tierra que en esta ocasión feliz de mi vida me parecen más verdaderos que mi expresión, más altos que mis cordilleras, más anchos que el océano. Yo pertenezco con orgullo a la multitud humana, no a unos pocos, sino a unos muchos, y aquí estoy rodeado por su presencia invisible.

En nombre de todos ellos y en el mío propio doy las gracias a la Academia Sueca por el honor que hoy le concede a mi artesanía de poeta. Doy las gracias a este país de inmensos bosques y profundas nieves, cuyo sentido de la igualdad y cuyo amor a la paz, cuyo equilibrio y cuya generosidad impresionan al mundo. Doy las gracias y vuelvo a mis trabajos, a la página blanca que espera cada día a los poetas para que la llenemos con nuestra sangre y nuestra sombra porque con sangre y sombra se escribe, se debe escribir la poesía.



From Les Prix Nobel en 1971, Editor Wilhelm Odelberg, [Nobel Foundation], Stockholm, 1972

Pablo Neruda's speech at the Nobel Banquet at the City Hall in Stockholm, December 10, 1971 (in Spanish)



lundi 10 juin 2013

RÉSIDENCE SUR LA TERRE, 1925-1931.

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COUVERTURE DE L’ÉDITION PRINCEPS DE RÉSIDENCE SUR LA TERRE, PUBLIÉ PAR NASCIMENTO À SANTIAGO DU CHILI EN 1933. AVEC DES POÈMES ÉCRITS ENTRE 1925 ET 1931 CETTE  ÉDITION A EU UN TIRAGE DE 100 EXEMPLAIRES HORS COMMERCE SIGNÉS DE L'AUTEUR ET ELLE EST ENCORE CONNUE COMME LA PREMIÈRE RÉSIDENCE.

En 1933 la maison Nascimento a publié à Santiago la première édition de Résidence sur la terre. Connue comme Première résidence, cette œuvre est constituée de poèmes écrits entre 1925 et 1931, et parmi eux l’« Art poétique ». De cette édition ont été tirés aussi une centaine d’exemplaires signés de Pablo Neruda.

À cette œuvre a suivi la rédaction et la publication de deux livres : la Deuxième résidence, qui ajoute à l'édition originale neuf poèmes écrits de 1931 à 1935, et ensuite la Troisième résidence, publiée en 1947, avec des écrits entre les années 1935 et 1945.

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PABLO NERUDA CHEZ LUI À WELLAWATTA, EN SRI-LANKA, EN 1927. « MA MAISON LE JOUR DE VESAK, LA GRANDE FÊTE BOUDDHISTE. LES DOMESTIQUES, ET ENCORE PATSY ET L'ENFANT WANÚ, MON VOISIN » PHOTO ENVOYÉE À SON AMI HÉCTOR EANDI. EN INDE, LE JOUR DE COMMÉMORATION DE LA NAISSANCE, DE L'ÉVEIL ET DE LA MORT DE BOUDDHA EST NOMMÉ VESAK (DU NOM DU DEUXIÈME MOIS LUNAIRE DU CALENDRIER HINDOU, VAISAKHA) ET BUDDHA PURNIMA, SOIT LA PLEINE LUNE DU BOUDDHA.


Ces Résidences ont été rédigées pendant les longs périples de Neruda par différents endroits du monde : le Chili, l'Argentine, l'Espagne, et quelques colonies européennes en Extrême-Orient et selon les critiques, ce dépaysement long et très varié a enrichi sa poésie d’un mélange du local et du lointain, de l'exotique et le natif.

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30 ANS APRÈS, EN 1957, PABLO NERUDA EST REVENU À WELLAWATTA EN SRI-LANKA, DANS LA MAISON OÙ IL A ÉCRIT UNE BONNE PARTIE DE RÉSIDENCE SUR LA TERRE.


Considérée une œuvre décisive dans la poésie de Neruda, Résidence sur la terre a sans doute influé sur plusieurs générations de poètes et d’écrivains de la deuxième moitié du siècle dernier, et parmi eux Enrique Lihn, Gonzalo Rojas ou Jorge Teillier.

Guy Desmurs



EL INCONSTANTE



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«  EL INCONSTANTE  », LOS VERSOS DEL CAPITÁN  DE PABLO NERUDA LU PAR LE POÈTE LUI-MÊME . UNE COLLECTION « LA VOIX DU POÈTE 1», DES ENREGISTREMENTS ORIGINAUX ET DES COMPILATIONS D'EMI ODEON CHILI S.A 
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EL viento es un caballo: óyelo cómo corre por el mar, por el cielo. Quiere llevarme: escucha cómo recorre el mundo para llevarme lejos. Escóndeme en tus brazos por esta noche sola, mientras la lluvia rompe contra el mar y la tierra su boca innumerable. Escucha cómo el viento me llama galopando para llevarme lejos. Con tu frente en mi frente, con tu boca en mi boca, atados nuestros cuerpos al amor que nos quema, deja que el viento pase sin que pueda llevarme. Deja que el viento corra coronado de espuma, que me llame y me busque galopando en la sombra, mientras yo, sumergido bajo tus grandes ojos, por esta noche sola descansaré, amor mío.